En los últimos años varios estudios han demostrado la asociación existente entre factores psicosociales (estrés, depresión, ansiedad) y enfermedad cardiovascular. Estos tres estados se manifiestan como causa y efecto de las enfermedades del corazón. Es decir, pueden precipitar la aparición de la enfermedad y, la enfermedad en sí misma, puede generar estos estados.
Muchos han clasificado a las emociones como positivas o negativas. Las negativas hacen referencia al conjunto de emociones que estimulan la aparición de sentimientos que son interpretados como desagradables, tales como miedo, ira o tristeza, entre otros. Experimentar de forma sostenida este tipo de emociones se ha vinculado a mayor probabilidad de padecer enfermedades del corazón.
“Actualmente se hace hincapié en el fenómeno opuesto, es decir, cómo impactan las emociones positivas en la salud. Se ha comprobado que la actitud positiva no sólo disminuye la aparición de ciertas enfermedades, sino que hasta puede llegar a reducir la mortalidad. Podemos decir, entonces, que el equilibrio emocional y la armonía en que un sujeto vive se convierten en un escudo para proteger su salud”, explica el Dr. Hernán Provera, médico cardiólogo y Jefe del área de Medicina Preventiva de INEBA.
El bienestar y los factores psicosociales positivos se relacionan con una menor incidencia y recurrencia de enfermedad coronaria y cerebrovascular. Es sabido que podemos trabajar sobre el control de nuestras emociones. El concepto de inteligencia emocional hace referencia a la habilidad de entender, usar y administrar nuestras propias emociones en formas que reduzcan el estrés, ayuden a comunicar efectivamente, generar empatía con otras personas, superar desafíos y aminorar conflictos.
“La presencia de factores psicosociales positivos mejora la adherencia a tratamientos no farmacológicos y farmacológicos, lo cual reduce la necesidad de atención ambulatoria y hospitalización y la morbimortalidad cardiovascular. Tener una actitud optimista no solo permite disfrutar mejor de la vida, sino que también la prolonga en el tiempo. De los factores psicosociales considerados cardioprotectores, el optimismo fue el primero en identificarse y el que más se ha estudiado. El ritmo cardíaco es un fiel reflejo de nuestro estado emocional. El cuerpo habla y debemos aprender a escucharlo”, agrega el especialista.
La puerta para aprender y desarrollar las habilidades emocionales siempre está abierta. El cerebro es maleable y está predispuesto a aprender cosas nuevas. La inteligencia emocional es algo que es posible aprender, desarrollar y utilizar para éxito en todos los ámbitos de la vida diaria y para mejorar la calidad de vida.
¿Cómo hacer para desarrollarla?
- Aprender a reconocer las emociones, siendo las básicas el miedo, la sorpresa, la alegría, la ira, el asco.
- Intentar mantener el control sobre ellas, no permitir que nos desborden
- Tratar de entender las emociones de los demás (empatía)
- Expresar tus emociones y sentimientos
- Disfrutar de las emociones positivas
- Demostrar sentimiento genuino hacia los demás
- Reír, por sobre todas las cosas
Fuente: INEBA
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