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Cambiar hábitos y modificar nuestro comportamiento

La clave está en cambiar la rutina y conservar la recompensa.

Un hábito se construye repitiendo un comportamiento. Cuanto más lo sostenemos en el tiempo, el cerebro se acostumbra a la rutina. Cambiarlo se vuelve una tarea compleja, aunque no imposible. 


La clave para modificar una conducta, cuando esta resulta negativa para la salud o el bienestar general de la persona, es redirigir el esfuerzo para reemplazarla por otro hábito que nos acerque más a nuestro objetivo.


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En una entrevista reciente, Charles Duhigg, ganador del premio Pulitzer, columnista de The New Yorker y autor del bestseller "El poder de los hábitos", compartió su visión sobre cómo los pequeños cambios en los hábitos pueden llevar a transformaciones significativas en el comportamiento.


El poder de los hábitos


Duhigg descubrió el impacto que los hábitos pueden tener en la vida, casi por casualidad, durante una cobertura en Irak hace más de 10 años. Allí, el especialista observó cómo la eliminación de los puestos de comida en una plaza redujo considerablemente los episodios de violencia. Este incidente le mostró cómo un cambio de hábitos puede alterar radicalmente el comportamiento colectivo. 


"Los hábitos siempre son producto de una elección que tomamos deliberadamente en algún momento", explica Duhigg. Sin embargo, con el tiempo, estas decisiones se vuelven automáticas, permitiendo que el cerebro conserve energía al no tener que tomar la decisión conscientemente cada vez.


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Aunque el especialista subrayó que los hábitos nunca desaparecen del todo, ya que están codificados en las estructuras del cerebro, modificarlos es posible si comprendemos cómo funciona el ciclo de señal-rutina-recompensa. Por ejemplo, al reemplazar la rutina de comer una galletita por la tarde con una actividad que brinde una recompensa similar, como socializar con amigos, podemos cambiar un hábito no deseado por uno más saludable.


"Si tuviéramos que pensar cómo llegar al trabajo cada mañana o en dónde está cada letra del teclado no tendríamos tiempo para crear o inventar. Nuestro cerebro ahorra energía gracias a los hábitos para hacernos la vida posible. Lo que sí podemos hacer es que esas rutinas se modifiquen con hábitos más adecuados hacia lo que preferimos", contó.


Cómo cambiar un hábito


Duhigg destaca la importancia de las rutinas en la creación de nuevos hábitos. En este sentido, el experto propone establecer una señal simple y una recompensa deseada para hacer que el nuevo hábito sea automático.


"Por ejemplo, si deseo empezar a correr por las mañanas, necesito producir una señal sencilla que funcione como disparador para la práctica, por ejemplo, puedo dejar la ropa adecuada para la actividad física lista, o calzarme las zapatillas al salir de la cama. Y luego, pensar en una recompensa: me tomaré una ducha más larga, me haré mi jugo favorito, llegué a la meta que me propuse".


"Ambas cosas no son la solución. Se necesita que el cerebro empiece a esperar la recompensa, de tal modo que todo el proceso se convierta en automático. La clave para el cambio de un hábito es mantener la señal, cambiar la rutina y conservar la recompensa".


Los tres momentos fundamentales


En su libro, Duhigg comparte su visión acerca de la dinámica que es posible seguir para adquirir la proactividad adecuada.

  1. Gatillo o disparador: algo sucede y el cerebro interpreta esa señal para actuar en modo automático a través de un sesgo cognitivo (una “ruta prearmada” y ya probada anteriormente), o qué respuesta dar.

  2. Rutina: es una acción física, emocional y mental, que se acciona automáticamente por ese disparador.

  3. Recompensa: es cuando aparece un estímulo positivo y le da la indicación al cerebro de que esa rutina ejecutada funciona, y por eso debe ser almacenada para volver a utilizarla en el futuro, o replicarla tantas veces como sea necesaria.


Para solicitar un turno o realizar una consulta con los profesionales de Nutrición y Medicina Preventiva de INEBA, comunicarse al (011) 4867-7700 o en la web de INEBA.

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